jueves julio 18 de 2024

El Ojo del Halkón ¿Quién nos quiere desestabilizar?

Por Rubén Darío Mejía Sánchez

 La capital colombiana se estremeció al final de la tarde del sábado 17 de junio de 2017 cuando un artefacto explotó en un centro comercial al norte de la ciudad, dejando según informe oficial un saldo trágico de tres personas fallecidas y nueve heridas.

Fueron nuevamente las mujeres las víctimas en un país que ha sido azotado en los últimos meses y años por el feminicidio; antes por la violencia intrafamiliar y ahora de manos del terrorismo que quiere atemorizar a la población civil.

Bogotá no se escapó de esa ola terrorista que se está apoderando del mundo en los últimos tiempos y que deja una ola de desolación y de muerte, siendo los más afectados los seres más indefensos en los diferentes países.

Mucho se había hablado que Bogotá estaba en peligro de ser víctima nuevamente de atentados terroristas, después de machos años cuando se vivió una de las épocas más difíciles, por la guerra del narcotráfico que hizo que se viviera el terror en cada esquina o lugar de la ciudad; pero las autoridades habían dicho categóricamente que la ciudad estaba totalmente blindada y aquí recuerdo lo que decían nuestros ancianos “nada es seguro sino la muerte”.

Da tristeza cuando las víctimas son mujeres que en compañía de sus familias recorrían el centro comercial Andino con toda la felicidad y la esperanza de hacer sus compras y prepararse para celebrar el día del padre en un domingo que traería paz y tranquilidad a los hogares y que lo que dejó la tarde-noche del sábado fue tristeza y desolación.

Muy doloroso que dos de las víctimas fueran mujeres colombianas y más doloroso aún que una tercera víctima fuera una joven en su plena primavera de juventud francesa, quien había venido para ayudar en labores sociales en uno de los colegios del sur de la ciudad y que hubiera declarado al hablar con su familia, entre ellos su madre que estaba feliz de haber llegado a Colombia y de compartir con sus gentes, aprendiendo de los niños y personas de escasos recursos económicos, y cuando ya se alistaba a partir para su querido país de origen encontró la muerte en donde vino a traer vida y esperanza.

Dejando de un lado la parte sentimental y dolorosa de este horroroso acontecimiento, hay que pasar a analizar una serie de situaciones, que pueden ser la causa de lo acontecido, dejando de un lado que haya sucedido en un exclusivo centro comercial, porque lo que interesa es el mal que se hizo, como decía anteriormente a personas inocentes que no tienen que ver con la guerra y el odio que ha tenido que soportar esta nación por más de sesenta años.

Resulta paradójico que horas después de que el Presidente Juan Manuel Santos anunciara que el próximo martes 20 de junio las FARC definitivamente dejarían de ser un grupo subversivo, sucedieran estos hechos y lo que llama la atención es como esas manos oscuras y negras se posan en el camino de un proceso de paz, que puede dejar muchos años de dolor atrás y sembrar la esperanza para que con el trabajo seamos el país que verdad somos, de trabajadores y de gente buena, superior a los malos que existen en algún lugar.

No nos digamos mentiras, el proceso de paz tiene muchos enemigos; pero lo más destacable en el momento son los odios que existen y que no son capaces de superar contra las FARC y el presidente Santos y mucho menos contra el alcalde Peñalosa, a quien se ha querido derrocar, porque esa es la palabra exacta para lo que quieren hacer, no los enemigos de Peñalosa sino los enemigos de Bogotá, y no los enemigos de Santos, sino de Colombia.

Hay muchos que se sienten ofendidos porque las cosas se están haciendo bien o simplemente están saliendo bien, y porque hemos vivido los primeros meses de una tranquilidad sin soldados y personal civil muertos ni heridos; pero era necesario para estar tranquilos que sucediera lo de la tarde-noche del sábado.

Me daría pánico creer que quienes han querido modificar los tratados de La Habana tengan que ver con los hechos, lo que descarto, pero si dando pie a que desequilibrados y enfermos mentales no piensen sino en asesinar y sembrar el terror en un país de gente pujante y buena, que lo que le importa es salir adelante.

El mandato Santos no ha sido de los más fáciles de llevar, los paros, las protestas, las mentiras y la desinformación han sido el pan de cada día y desde mi altura miro con el ojo del halcón y escuchando el chillido lastimero de esta ave rapaz como la carroña se come las partes buenas de este bello país, pero gracias al Creador son más pocos los malos que los buenos, que tarde o temprano saldrán adelante y sacarán avante al país en medio de una paz que de verdad salga de los corazones, dejando atrás los odios y las rencillas, los egoísmos y las envidias para dar paso a quienes quieren trabajar y hacer de Colombia ese país que ha dado ejemplo que se ha levantado como el ave fénix después de momentos difíciles como la guerra del narcotráfico de los años ochenta.

Sé que nadie va a derrotar a Colombia, sé que los egoístas y quienes les ponen trabas a la rueda de la paz se van a quedar viendo un chispero; aunque en este momento nos hacemos una pregunta, ¿quiénes son los que quieren desestabilizar al país y cuáles son sus intereses?.

Me puse a la tarea esta semana de cerrar mis ojos y oídos a las noticias malas que se difunden por los medios de comunicación y a darme cuenta de las cosas buenas que hace un grupo de colombianos en el país y en el exterior y escuché noticias tan halagadoras como la de una colombiana que con solo 29 años de edad es una de las expertas en fotografía y documentación de la NASA, de un colombiano que se ha dedicado a investigar sobre la fauna y la marina colombiana e internacional, destacándose en este nivel como uno de los más conocedores del asunto en el mundo y de otra parte, los reconocimientos que se le hacen al arte, la música y el deporte nacional en el intercambio entre Francia y Colombia que se adelanta en este año.

Nos hemos enseñado a las noticias malas y nos hemos vuelto insensibles a lo que pasa a nuestro lado y espero que los que vivimos en la Capital de la República demos un vistazo hacia las regiones, a los municipios apartados y a las veredas en donde se ha tenido que vivir el horror de la guerra que ha dejado miles de víctimas inocentes.

Hay un poema de cuyo autor me olvido en este momento quien dijo, que mataron a un hombre porque era estudiante y a él no le importaba porque era estudiante; mataron un cura y no le importaba porque no era religioso ni era cura, mataron a un campesino y mucho menos le importó porque no era campesino y mataron mucha gente en un alejado lugar del país y no importó, porque vivimos en la ciudad y estamos seguros; pero la paradoja es que hoy le tocó a la blindada y segura Capital Colombiana; que si está aquejada por la violencia común, hoy fue tocada por ese terrorismo cruel y salvaje que trata de apoderarse del mundo.

Bien lo dijo el presidente Santos, quieren que nos atemoricemos, que cambiemos nuestras agendas de trabajo y que hagamos lo que ellos quieren, ellos, los terroristas, ellos, los enemigos de la paz, ellos, los que quieren dividir para reinar; pero no, con el grito del halcón ahora desde este rincón del Ojo del Halkón invito a Colombia a decirle NO a los violentos y a ser positivos para hacer las cosas buenas y dejar fuera de base a los que quieren desestabilizar al país.

El Gobierno, los políticos, la iglesia y los medios de comunicación debemos de rodear a esa Colombia buena y apoyarla para que no se le siga haciendo daño y el ciudadano de a pie pueda celebrar sus festividades familiares en completa paz en el seno de su hogar.

Hago votos por una Colombia, sin odios, sin egoísmo, con gente buena que perdona, que solo busca el bien para todos, para servir de ejemplo a un mundo que se destroza lentamente.

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