viernes julio 19 de 2024

Orgullo y gay

09 julio, 2017 Generales, Opinión, Política

Por Augusto León Restrepo

Yo trabajo con un Diccionario de la Real Academia Española del año 2006, editado por Espasa Calpe. Como las palabras que contiene y sus acepciones son las que utilizo para mis escritos, acudo con devoción a sus páginas y a veces me embeleso y  las leo enteras, en un ejercicio maravilloso de descubrimientos y sorpresas. Hay palabras que son extrañísimas y de inusual utilización y otras que uno cree que su significado es elemental y resulta que es distinto a lo que uno ha creído siempre. En estos días me topé con dos palabras que están en el diario leer y en el diario hablar: Orgullo y gay. Que lo juntan como Orgullo Gay.

Si nos atenemos al diccionario, orgullo es «arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que a veces es disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas». Se me ocurre  ejemplo de vanidad,  como cuando uno dice que me siento orgulloso de mi hijo porque este mes izó la bandera en el colegio. Y gay quiere decir, «1.Perteneciente o relativo a la homosexualidad. Orgullo gay. II. M. 2. Hombre homosexual». Y en la L, trae el diccionario Lesbiana como mujer homosexual, lo que crea cierta confusión , que desde luego no soy el indicado para señalar como salirnos de ella. El hecho es que en este mes de julio y en junio, salieron y salen en las ciudades del mundo gais y lesbianas a celebrar el día del orgullo gay, término éste que por extensión cobija a homosexuales hombres y homosexuales mujeres,  que también acogen  bajo el término de Comunidad LGBTI: bisexuales, intersexuales o hermafroditas, travestis, sixgéneros, pansexuales, asexuales, queers (?), etc, etc. ¿Personas, individuos e individuas, que demuestran arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, por su condición sexual?. Pues me resisto a aceptarlo. Cuando desfilan con alegría en sus carnavales, por lo general con orden y buen gusto en sus atuendos y expresiones musicales, lo hacen es para visibilizarse como sujetos de derechos, de inclusión social, de respeto que se merecen. He ahí por qué me parece que esos desfiles deberían mejor llamarse como los de la dignidad gay, que está mas acorde con los hechos que dieron lugar a la celebración del día del orgullo gay.

Como se sabe, en muchos países las relaciones sexuales o amorosas entre personas de un mismo sexo, así fueran consensuadas y privadas, eran constituidas como delito y por consiguiente perseguidas y sancionadas por el Estado. Y objeto de homofobia y persecución por las autoridades policiales. Estados Unidos, cuna de las libertades civiles, pero también de agresivas discriminaciones como las raciales -el Ku KLux Klan todavía existe- no fue ajeno a esas reacciones. En la madrugada del 29 de junio de 1969, en un bar, el Stonewall, del pintoresco barrio neoyorquino Greewich Village donde era usual la presencia de homosexuales, hubo una violenta redada policial que ocasionó unas manifestaciones de protestas, espontáneas y violentas por parte del colectivo gay. Y esa fecha fue tomada como simbólica, y para recordarla salen a las calles, con manifestaciones lúdicas y carnavaleras quienes son homosexuales y numerosos ciudadanos, que sin serlo, expresan su solidaridad acompañándolos en sus marchas, por lo regular, insistimos,  pacíficas, vistosas, reivindicatorias.

De hecho, en las capitales europeas, asisten multitudes. En Bogotá hace una semana salieron unas cincuenta y cinco mil personas y escogieron como consigna  «Estado laico, seres libres», para rechazar la campaña en que desde algunos púlpitos católicos y atriles cristianos, no todos -el Papa Francisco ha dado muestras públicas de comprensión- quieren excluirlos de sus cultos y de sus auxilios espirituales. Los homosexuales mostraron pancartas con lemas como «La fe es la fe. El Estado es el Estado. No confundas las cosas», con las que, ni mas faltara, estamos de acuerdo. Y no hemos oído, que hayan hecho mofa de símbolos o ritualidades religiosas. Que es  donde al final va mi cuento. En España, en unos desfiles similares , hubo grotescas alusiones a las creencias religiosas  católicas y cristianas. Circulan registros gráficos de desaforados que repartieron Cristos para que se utilizaran como pañales que cubrieran sus flácidos miembros masculinos. Y  en Buenos Aires, se atrevieron a escenificar un aborto, en que la madre era María, la Madre de Jesucristo. Esto no tiene presentación, ni es de buen gusto, ni es reivindicatorio. No importan las creencias de quien esto escribe, que pertenecen a su fuero personal. Pero hay que recordar que en los estados laicos, laicidad que reconocemos y aplaudimos en el Estado colombiano, estos son ataques repudiables y también discriminatorios, contra quienes tienen creencias y opiniones, distintas u opuestas. Ojalá la comunidad gay colombiana no incurra en estas alevosidades. Para poderlos acompañar sin cortapisas en sus justas peticiones de respeto y de inclusión.

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