El autogol de Pastrana
Por Esteban Jaramillo Osorio
El momento de los homenajes, de los saques de honor, de la camiseta de oro, que se les entregó a los históricos; de recordar su imagen y exaltarlo como el presidente más exitoso. Pero Cesar Pastrana en su gestión final en Santa Fe con destemplada declaración, prefirió minimizar el impacto de su hinchada en las conquistas repetidas con refulgentes campañas. Cuantos equipos quisieran tener 14 mil fieles seguidores por encima de curiosos o exitistas que eligen partidos y rivales, en un mundo en el que la fidelidad no es firme y romanticismo y fútbol rompen el idilio.
Pastrana fue el líder del proyecto que sacó a Santa Fe de la quiebra y lo instaló en lo alto de las tablas después de años y años hundido en la mediocridad.
Pero la afición es como un jardín para cuidarlo, regarlo, mimarlo y Pastrana no lo hizo.
Santa fe cosechó títulos que se celebraron, pero no siempre dio respeto a la tribuna. Vio el juego como un simple negocio. La calidad de los futbolistas colombianos contratados fue discutida y los refuerzos procedentes del exterior, en entredicho, terminaron su andadura entre fracasos. Distinto fue Omar Pérez, pero tolerado y destructivo su liderazgo. Muchos partidos se ganaron con autoridad, pero tantos a los mordiscos.
Fueron comunes los escándalos que calaron en las gentes, como aquel de las prostitutas hace un año, liquidado entre silencios con inversión millonaria injustificada. Cuantas bocas cerradas, beneficiadas, culpables o cómplices, en la intención de maquillar excesos de los futbolistas.
Las ventas de jugadores claves, a lo largo de los últimos años, no exhibió pública trasparencia para saber el destino de los dineros recaudados. Constante fue la queja por la falta de recursos para apuntalar los proyectos.
De las divisiones menores se habla mucho. Se asegura que campea la corrupción, haciendo victimas a los padres que sueñan con el éxito y la proyección de sus hijos. Se triangulan las prebendas.
No hay la menor duda de la influencia de Pastrana, en el pasado y el presente del club. Es un dirigente comprometido, que vive con pasión el juego. Pero burda y desagradecida se ve su afirmación, desconociendo que el corazón del fútbol esta en los hinchas.