martes julio 16 de 2024

El placer infinito…

Por Esteban Jaramillo Osorio.

La noche mágica, la fiesta, la orquesta, los interpretes, el toque con gozo, el placer infinito. El futbol en máxima expresión, con  fidelidad al espectáculo.

Con el, Colombia puso patas arriba a los polacos y a los resultadistas que ven imposible combinar los números con actuaciones deslumbrantes, electrizantes, para abonarse contundente al eterno conflicto conceptual sobre lo que es jugar bien o jugar bonito. Jugó bien la selección, porque tuvo precisión de pase, combinaciones vertiginosas, individualidades en equipo, con nivel superior a su oponente, hasta maniatarlo y destruirlo. Porque su juego espumoso, insaciable ante la red, no tuvo limites. Por el esfuerzo compartido, que puso a delirar a la barra fiel en las tribunas, reciclando sus sueños de triunfo.

En Colombia regresaron el compromiso, el talento, la confianza y el estilo para renacer ante supuestas rebeliones de vestuario, que se agigantan cuando el resultado es adverso . Que bien se vive en la victoria.

De aquel equipo fantasma ante Japón, a este amenazante, de maneras exquisitas, ante los Polacos.

Una vez más se demostró que ante la fuerza, destreza, la que expusieron James con su inspiración, su sacrificio y su fantástica influencia; Quintero con sus arrebatos geniales en los pases, Cuadrado con su gambeta desequilibrante, para marcar su territorio, y Falcao con  su vocación goleadora, para dominar una defensa rival atolondrada. También brillaron los  futbolistas de reparto.  Mateus se tragó la cancha, Mina, un acierto del entrenador con su presencia, fue un muro inquebrantable; Arias con su regularidad poco ponderada  y David Ospina, con sus escasos pero prodigiosos vuelos.

Imposible parecía rescatar una figura entre tantos valores distinguidos sin cometer injusticias. O señalar un gol, porque los tres tuvieron maniobras previas excitantes. Sin embargo permítanme decantarme por Falcao, no solo por su primer gol en un mundial cuando el otoño de su vida deportiva toca a su puerta, sino por lo que representa para el después de largas y penosas jornadas de gimnasio, con abstinencia de futbol; sus sufrimientos y el castigo de los medios que pusieron en duda su retorno.

Por eso, para mi, el hombre de la fecha fue Falcao.

Que se repita. Cuando así se juega, el placer es eterno.

Los lectores escriben:

Esteban:

Como siempre usted “le pega”. Muy lindo lo que vivimos ayer, todo fue redondo: una celebración del día del padre con lo mejor que tenemos, nuestros hijos y nietos, donde Joaquín con apenas 3 años y la camiseta azul puesta, corría por todo el apartamento gritando “Gol de Falcado”, “Gol de Falcado”, sin poder a su media lengua, pronunciar bien el nombre del “Tigre” y, Gregoria de apenas 10 meses, con camiseta amarilla, saltaba en las piernas de la abuela como si se hubiera contagiado de la alegría de todos. Fue un gran partido, no hubo nada que no saliera, todos los jugadores haciendo las cosas perfectas, cumpliendo las órdenes de un entrenador serio, trabajador, conocedor del futbol y casi que un colombiano más, a pesar de esos periodistas insolentes e ignorantes que hablan más con el odio que con la razón. Toda esa casta que no tuvimos en el primer juego, perdone que lo haga universal pero la selección nos incumbe a todos y nos une a todos, más que los políticos corruptos o los bárbaros asesinos que tenemos a montones, la mostramos ayer, con cariño por la camiseta, con cariño por su patria y con amor con sus compatriotas, que jugaron desde la tribuna como ese número 12 que tanto invocamos. Si, la tribuna fue un excelente jugador, el ole, el chiflido cuando la tocaban los polacos y la celebración de los goles con la alegría nuestra pero con seriedad, sin hacer “colombianadas” que no nos hacen bien, o sea que el público fue importante y decisivo al tiempo con Juan Guillermo, el Tigre, Jerry, Quintero y el resto de jugadores que no desentonaron nunca durante 90 minutos y mas. Felicitémonos todos los colombianos y enviemos nuestra buena energía para el jueves a nuestros ídolos.

Juan Guillermo Chalela

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