miércoles diciembre 18 de 2024

El Jodario CLARICE LINSPECTOR

Gustavo Álvarez Gardeazábal

Ahora que han nombrado un colombiano, javeriano, ministro de educación del régimen ultrasónico de Bolsonaro, he pensado en cuanto podría sufrir donde estuviera viva Clarice Linspector, la gran escritora brasilera a quien el paso de los años ha ido consagrando como el ícono literario de su país, viendo el espectáculo de adoctrinamiento al que someterán a  los estudiantes del Brasil.Que vértigo la atraparía a ella que solo era libertad y búsqueda de las puertas desconocidas.

En 1974, en uno de los tantos actos de atrevimiento que he tenido en mi vida, invité a Cali a la Universidad del Valle,a Clarice Linspector.Pidió que  la acompañaran  Ligia Fagundes Telles y  el uruguayo Antonio Di Bennedetto y desde cuando los recibí, una madrugada en el aeropuerto, y le vi su cara de bruja radiante supe que iba a opacar a los otros invitados que había traído para el Congreso de Literatura Hispanoamericana, como a Vargas Llosa o a don AgustínYañes, el ministro de educación mexicano,autor de la inolvidable novela “ Al Filo del Agua” .Ya Clarice vivía en trance pero cuando abría su boca solo decía genialidades, las mismas que ahora han rescatado brasileros, mexicanos y argentinos arrepentidos de solo haber visto las formas de comportamiento de esa judía ucraniana que desde los tres meses de nacida ya vivía en su Brasil del alma.

Cuando estuvo en Cali hizo el show.Tuve que rescatarla de la Iglesia de San Francisco,donde estaba fumando marihuana.De un bar de mala muerte de San Nicolás me ayudó a liberarla el Octavio Paz caleño y  después  a pagar en el hotel todos los espejos de la habitación que en uno de sus ataques demoníacos  quebró.Recordarla y volverla a leer nos hace sentir la eternidad de un país que   se acerca enloquecido a otro piso del  infierno que Dante describiera en su Divina  Comedia.

@eljodario

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Publicado en Diario ADN, nov 26  2018

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