viernes julio 19 de 2024

El fútbol como Terapia

Por Esteban Jaramillo Osorio

Son tiempos convulsos de impostores o caraduras. Los medios escupen con frenético interés información sobre la debacle del estado y la justicia. Nada sorprende porque corrupto es el gobernante, el gamonal, el banquero, el contratista; investigados y enjuiciados por fiscales sin moral y jueces sin escrúpulos.

Son políticos en pelota, ante una consternada sociedad que clama probidad administrativa

Por eso, el fútbol como terapia de choque para un país deprimido. Lerdos o apasionados, los partidos son una ventana abierta a la alegría. Con técnica o sin ella, con valoraciones subjetivas al esfuerzo y a la calidad, nos sacan de la alcantarilla informativa del día a día.

Qué bello es el juego, que seductora es la pelota entre las piernas de aguerridos luchadores, no exentos del contagio de la corruptela que sacude todos los sectores.

El fútbol visto con los ojos y con la conciencia.

Lo mismo el ciclismo y otros deportes que permiten ver un país distinto, con raciones permanentes de triunfos, nacidos en el sacrificio y el compromiso. Que edificante sería que tantos políticos perversos tomaran el ejemplo de nuestros atletas, relevando con ello el escarnio público al que a diario son sometidos.

Deportistas como Nairo, Mariana, Caterine o Rigoberto que expresan cariño y compromiso, sin esperar réditos distintos al calor y el amor del pueblo. Les nace del corazón.

Mención especial para la inconclusa final River- Boca, con la incontinencia parlanchina desde los medios, que reduce un espectáculo deportivo a su mínima expresión, en ridículo mundial, por la provocación extrema de hinchas virulentos y la incapacidad de los dirigentes para frenar la crisis. Y a la espera impaciente de la final de la suramericana en la que Junior busca su coronación con justificado protagonismo. Además, el cierre del torneo doméstico, como ración final, con el Medellín como actor de primer orden ante los tiburones. El fútbol y el deporte en no son la solución para la crisis de las instituciones en Colombia, pero si un buen recurso para sobrellevarla, con temporal alivio.

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