El Jodario Patos envenenados
Gustavo Álvarez Gardeazábal
La rígida determinación de la Corte Constitucional de prohibir de un tajo la caza deportiva en Colombia no nos convierte en un país especial porque aquí se mate con más facilidad y asiduidad a los seres humanos que a los animales.Por el contrario,creo que nos asimila a la evolución de la cultura que siglo tras siglo le ha ido dejando solamente a la tradición española y a los británicos perseguidores de zorros, el vicio de matar animales para decir que están practicando un deporte en toda su dimensión.
Sin embargo ninguna ley dice nada sobre la prevención o castigo para quienes provocan la muerte de los miles de patos migrantes que llegan a las ciénagas de la costa y mueren envenenados por los agroquímicos que usan en los arrozales vecinos.
Yo no se cuántos cazadores de tales patos migrantes a tiros sobrevivan en Colombia y si esa habilidad solo llegó hasta las épocas de Mancuso,pero recuerdo cuando los cazadores de torcazas llegaban al Valle del Cauca dirigidos por el hijo de un respetado expresidente, amparados en la disculpa de acabar con el daño que esas aves hacían a los sembrados de sorgo que entonces pululaba en mi tierra antes de la homogenización de la caña de azúcar.
Era un espectáculo grotesco y quienes como yo nos oponíamos a semejante masacre ecológica terminamos solitarios esperando que el paso del tiempo acabara con los cultivos de pepas ya que no se podía acabar con los cazadores.Tampoco conozco cuantas especies de aves queden en los Llanos y si allá se acabaron los chigüiros o los palmípedos como las iguazas que a punta de escopetas y de secar humedales agotaron en las orillas del rio Cauca,pero si es de verdad que la prohibición a los cazadores es para proteger la fauna, alguna cosa debe hacerse para evitar que sigan envenenando los patos que dizque se aposentan dañinamente en los arrozales.
@eljodario
PUBLICADO en Diario ADN, feb 12 2019
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