Ni retroceder, ni rendirse
La ilusión de ganarle a Brasil, tuvo la equivalencia a comer pescado con espinas. Siempre se saborea, pero a veces es inevitable que una de ellas se clave en la garganta, en un momento de descuido. El gol de Paquetá, previa elaboración a un toque, fue de lujo…y, como la espina, doloroso.