
Días de furia
América y Nacional debieron jugar en Miami y San Cristóbal “la libertadores” en 1991, acatando así la decisión disciplinaria de la Conmebol, que castigaba los desórdenes internos de nuestro fútbol. Era época de disparates con el pito, amenazas, atentados, bombas, terror, secuestro y, dos años antes, el asesinato de un buen árbitro, Álvaro Ortega Madero.