
Un novelón de primera
Levanté la cabeza sorprendida. La reflexión que acaban de hacerme sugería que mis personajes de novela fueran menos acartonados y físicamente más atroces, más feos que una bruja de cuento. Sentí un aguijón picándome en la piel. ¿Cómo podía convertir a un ser ficticio en una criatura de lunares estrambóticos