Mi abuelo decía que lo peor que le podía pasar al hombre era ser desagradecido y hoy no debo de serlo, pues a mi regreso a la vida, después de haber sufrido una arritmia cardíaca y de haber sido sometido a una serie de tratamientos con el mayor profesionalismo y atenciones por el departamento médico y asistencial de la clínica Los Nogales, hoy solo me queda decirle gracias a Dios por esta nueva oportunidad de vida y a los médicos, enfermeras y demás personal del centro asistencial en mención, lo mismo que a las personas, amigos y conocidos que se dieron a la tarea de enviar mensajes de aliento, de afecto y de cariño en este momento tan difícil.