El disparador
Siempre he creído que tediosos son los días sin futbol. Que el balón como terapia es ayuda y que, aunque no todos buenos, los partidos, los futbolistas y los consecuentes debates radiales y televisivos entretienen.
Siempre he creído que tediosos son los días sin futbol. Que el balón como terapia es ayuda y que, aunque no todos buenos, los partidos, los futbolistas y los consecuentes debates radiales y televisivos entretienen.
Siempre me he planteado, ¿quién es un buen dirigente de futbol?
Se marchó Bodhert por el reto de jugar sin refuerzos y por la incapacidad evidente de promover jugadores, alternativa que maneja el club como prioridad.
Llegó el 2021 con derroche de saludos, sin besos ni caricias, algunos tan sentimentales, otros tan inexpresivos y distantes como el lacónico “feliz año”, que parece un consuelo vacío, considerando tantas desventuras.
Legado no dejó Queiroz. Al contrario, un vestuario fracturado, con déficit en puntos, desconfianza y enojo de los aficionados con los jugadores referentes por las humillantes caídas, y críticas para los dirigentes por el capricho engorroso de contratarlo.
No muere el futbol con Maradona, como afirman los hiperbólicos argentinos. Al contrario, es tan fuerte y dominante en sus estructuras pasionales, que no ha sucumbido al egoísmo de los dirigentes, a la violencia, a los futbolistas tramposos y a los mercaderes de talento, como explotación humana.
Intrigante, fabuloso, desbordado. Maradona: *de su esplendor a la decadencia, de la decadencia a la muerte*. Jugador irresistible, de recitales geniales, ídolo de masas, que animó el espectáculo mientras destruía su vida.
Indignada la afición colombiana, con rechazo al entrenador Queiroz y a la selección nacional, por la pobreza de sus exhibiciones. A los futbolistas no se les desconocen sus facultades, ocultas en los últimos partidos, pero si el salto de la humildad a la vanidad, exhibiendo el peor rostro al imponer sus rebeldías.
“La vergüenza de haber sido… y el dolor de ya no ser”. La selección, para los colombianos, es un consolador social y no una muñeca de trapo manejada por un titiritero loco.
Sin la influyente algarabía del público, Colombia en caída estrepitosa. Fueron tres puñaladas, tres goles y tres regalos al verdugo Uruguay.