¿Comerciante o aprendiz de contrabandista?
Creo que tendría unos 12 o 14 años de edad cuando jugaba a ser comerciante. Y digo, que jugaba, porque para mí, era jugar, subirme a un transporte atestado de seres ilusionados en un viaje que nos daría, a unos, billetes extra y a otros, la manutención para sus familias que los esperaban con avidez.