Abriendo caminos
A los tres años, Laura tenía los cabellos cortos, los ojos negros, los cachetes sonrojados, una piel muy blanca. Se quedaba de pie como las momias, al borde de los senderos. Se resistía a caminar con sus vestidos cortos de tonos suaves, sus medias blancas y los zapatos de trabilla que usaba. No quería dar un paso en ninguna dirección. Luego se sentaba sobre la arena del camino, jugaba con las piedras