Parece que el periodismo colombiano haya cambiado en los últimos años, esa gran escuela que se reafirmó con Yamid Amat de los buenos informadores parece que ha quedado atrás y ahora ya no hay periodistas sino opinadores, porque eso es lo que hacen cuando presentan una noticia.
Las realidades y dinámicas de violencia que viven las sociedades, están relacionadas con el grado de su desarrollo o del grupo social en cuestión; así como de las características de este con las formas que en ellas asume la violencia. Hay violencias propias de una sociedad pre moderna, de subsistencia, donde no existe acumulación de riqueza ni de bienes para su producción, distinto de la tierra.
En los últimos meses, hemos visto una serie de acciones promovidas desde el gobierno nacional que han puesto en entredicho la separación de poderes en Colombia. Este principio fundamental de la democracia, que garantiza la independencia y el equilibrio entre las distintas ramas del poder, se ha visto amenazado por decisiones y declaraciones que buscan concentrar, aún más, el poder en el Ejecutivo.
Me da pena con Gustavo Petro, con mis colegas periodistas, con los medios masivos, con los alternativos y los demás, y con toda la opinión pública nacional, pero les tengo que decir que en este país no hay libertad de prensa. Me motivan esta reflexión los informes recientes de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP),
Las principales causas de la grave inundación ocurrida a lo largo de la mal llamada «autopista del norte» fueron, en primer lugar, por la falta absoluta de obras en ese sector capitalino; también por falta de mantenimiento y una situación grave la constituye el hecho que muchas personas arrojan toda clase de basuras a las calles y vías públicas;
En apretada síntesis, no fue tanto que Trump ganara las elecciones –de hecho su votación bajó entre 2020 y 2024–, sino que Kamala Harris y el Partido Demócrata sufrieron un colapso –perdieron más de 11 millones de votos en cuatro años. Así, por ejemplo, una leve mayoría de mujeres blancas de Estados Unidos votó por un macho alfa que las desprecia. Porque Donald Trump es justamente eso, un machista clásico de hace cien años.
Sin reclamo alguno, sin demandas electorales, con un respeto absoluto a las autoridades electorales, se produjo la victoria de Donald Trump, sobre Kamala Harris. No hubo ni habrá asalto al Capitolio, porque se aceptó la voluntad del pueblo norteamericano, que esta vez prefirió las filas republicanas. Se esperaba una reñidísima contienda que podría tardar una semana en arrojar los resultados definitivos.